Falta menos de dos meses para que se inicie la más importante conferencia de la ONU dedicada al cambio climático . Denominada la Cop 21 se realizará en París y será una de las conferencias más gravitantes para el futuro de la humanidad. Una instancia donde se deberá entregar una fuerte señal sobre el camino que debería seguir el planeta. Una ruta global que, a nuestro juicio, saldrá básicamente de tres alternativas.
La primera propuesta, la oficial, es la promovida por la ONU a partir del diagnostico entregado por el panel internacional de expertos en cambio climático, que busca estabilizar al mundo con una temperatura de 2 grados superior a la temperatura normal. Este objetivo supone la firma de un Tratado internacional vinculante (es decir, aprobada como ley nacional por cada uno de los parlamentos de los países firmantes) a más tardar en 2020, fecha en la cual debería regir como obligación para todos los países miembros de la ONU. El momento en que las emisiones deberían comenzar a disminuir en forma absoluta.
Los cálculos emanados de los compromisos de reducción de gases de efecto invernadero entregados hasta ahora por los 146 países participantes de la Conferencia nos indican que están lejos del objetivo de estabilizar la temperatura del planeta en dos grados por sobre la temperatura normal. Si no se avanzara más en los compromisos actuales la temperatura subiría entre tres y cuatro grados a partir de 30 años más, llegando a una cuota para esa fecha de de 1,2 billones de toneladas de emisiones.
La verdad es que este objetivo no es realizable si se mantiene el actual modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico ilimitado.
Para mantener la meta de aumento de dos grados, las emisiones globales deberían reducirse en un 7% cada año, esto implica no explotar el 70% de las reservas mundiales de carbón y el 30% las de petróleo, volúmenes que deberían seguir bajo tierra, condiciones que a todas luces no se van a cumplir.
A partir del posible fracaso de la postura oficial de la ONU, las autoridades nacionales e internacionales ya comienzan a preparar al público, declarando que en realidad, esta Conferencia no es la culminación de 21 años de negociaciones sobre el clima sino el inicio verdadero de ellas.
El segundo camino que puede seguir el cambio climático es lo que denominamos “Sálvese quien pueda”. Paradójicamente este camino sería precedido por el anuncio en la Cop 21, de grandes acuerdos climáticos de reducción de los gases invernadero por parte de los líderes mundiales. Pero estos anuncios serían hechos sin compromisos reales exigible, es decir sin acuerdos vinculantes. Promesas que no tienen capacidad real de cumplirse pues la ONU no tiene mecanismos para fiscalizarlas ni exigir su cumplimiento.
Si se toma este camino basado en la auto regulación, la temperatura del planeta subiría rápidamente entre cuatro y seis grados a fines de siglo, haciendo imposible la vida tal como la conocemos ahora, no pudiéndose descartar un colapso de la civilización humana para antes de esa fecha.
En esas condiciones los países más ricos y contaminantes emprenderían un camino propio para “salvar ”a sus poblaciones, dejando a sus suerte a grandes conglomerados humanos que no tendrían los medios para salvarse.
En este contexto los regímenes democráticos se habrían extinguido, siendo reemplazado por regímenes eco fascistas, que asegurarían la seguridad de la vida humana a cambio de su perdida de la libertad.
Lamentablemente este es el camino que tiene más posibilidades de imponerse en los hechos, pues no nos imaginamos que los países ricos y los que aspiran a serlo como el Chile, puedan aprobar leyes internas que limiten su crecimiento económico.
Pero existe otro camino muy minoritario que se hará sentir en las calles de París y las principales Alamedas del mundo, en paralelo con las negociaciones, una vía que denominamos “Rediseñar la sociedad volviendo a las 350 ppm”. Esta es la cantidad de emisiones que permite alcanzar la temperatura a la cual necesita volver el planeta para tener un clima normal, donde los ecosistemas naturales pueden coexistir armónicamente con la sociedad humana, disminuyendo las emisiones promedio a 350 ppm, la que constituye el clima normal con una variación de un grado y que permite la coexistencia armónica.
Este camino es el más difícil pues requiere que la humanidad se fije un umbral de desarrollo que implica terminar con la sociedad del derroche y del consumo.
No se trata de volver a las cavernas o alumbrarse con velas como lo afirman los que no saben nada del clima y del desarrollo , sino aceptar un bienestar basado en el buen vivir, privilegiando la calidad de la vida por sobre la posesión ilimitada de bienes materiales. Los analista afirman que en esas condiciones el equilibrio climático se podría lograr con un desarrollo para todos lo seres humanos que habitan el planeta, similar al que tenía Suiza para inicios de 1960.
Para formarme la intima convicción del verdadero resultado de estas negociaciones que fijarán en gran parte el rumbo del futuro de nuestra civilización es que estaré presente en París en diciembre de este año, con un pie en las salas de negociaciones y con el otro manifestándome en las calles junto a cientos de miles de personas que actuamos contra el cambio climático y la desigualdad social, aspectos que por la gravedad de la crisis no podrán nunca más tratarse por separado.