Energía nuclear y política en Chile

de dzamorano
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La Concertación creó en Chile las condiciones básicas para que se forme un movimiento antinuclear que, más temprano que tarde, derivará en una nueva fuerza política nacional.


Suena paradójico que hayan sido los partidos de la Concertación los que instalaran el debate nuclear en la clase política del país, presionando a la Presidenta Michelle Bachelet para que se pronuncie por un tema sobre el cual ella había asumido el compromiso de no incluir en la política energética nacional, con una cantidad importante de organizaciones ambientales.
Los partidos no se han dado cuenta de que introducir esta discusión no sólo va a tener repercusiones en el plano energético, sino también, en el ámbito de la seguridad y, por qué no decirlo, en la modificación del propio sistema político chileno.

Sabido es que los partidos verdes han tomado fuerza y encontrado el camino propicio para madurar cuando ha ocurrido la conjunción de dos hechos: un nivel de ingreso per capita importante, que hoy está en torno a los siete mil dólares por persona y que da cuenta de una población crecientemente preocupada por los problemas de la calidad de vida, porque ha superado los niveles básicos de la supervivencia, y el planteamiento de opciones de sociedad en torno a tecnologías que son terriblemente peligrosas, como es el caso de la energía nuclear.

El Partido Verde de Alemania nació cuando el movimiento ambiental antinuclear, el más fuerte del mundo, se dio cuenta de que no tenía capacidad política para detener ese tipo de proyectos. Así surgió el partido encabezado por Petra Kelly, quien sostuvo que mientras no tuvieran un real poder político que pesara a la hora de las elecciones no iban a poder modificar los planes del país.

Veinte años después, los verdes llegaron al Gobierno y cumplieron con su promesa: se detuvo el desarrollo de la energía nuclear en Alemania y hoy comienza la etapa de cierre de las plantas. Y la actual coalición política de ese país, similar a la Concertación chilena -socialdemócrata-DCU- no ha osado aún cambiar esa política.

Más cerca, está el caso del Partido Ecologista Verde de México, que es hoy la cuarta fuerza política de este país. Se creó al calor de las luchas sociales contra la Central Nuclear Laguna Verde, iniciativa surgida en 1972 cuando el Gobierno consideró la energía nuclear como una alternativa para la generación de electricidad. Su apertura se retrasó varios años, hasta que en 1990 se inauguró en la ciudad de Alto Lucero, a unos 80 kilómetros al noroeste de la capital de Veracruz. La apertura de esta planta se realizó sin tomar en cuenta la oposición de la sociedad ni las evidencias existentes respecto a los riesgos de utilizar energía nuclear, y fue ese grupo el que posteriormente fundó el Partido Ecologista Verde de México.

México vive una encrucijada política con un débil Presidente elegido y una minoría en el Senado y el Parlamento que ni siquiera pueden darle gobernabilidad al país. Para eso, el PAN y el PRI necesitan la contribución de los votos verdes que, con seis senadores y diecinueve diputados, han hecho ver que tienen el control de uno de los elementos clave de la gobernabilidad de ese país. Pocos saben que el abandono de la energía nuclear, actualmente en negociación, es una de las condiciones para que los verdes se incorporen a la gobernabilidad de México en los próximos años.

La Concertación creó en Chile las condiciones básicas para que se forme un movimiento antinuclear que, más temprano que tarde, derivará en una nueva fuerza política nacional. Los partidos tradicionales están divididos o indecisos en torno a este tema. Sólo la UDI tiene su posición clara, a favor de la energía nuclear, y en Renovación Nacional está por verse qué postura tomarán, porque entre sus filas existe una corriente muy fuerte en su contra.

Por esa razón, no se puede confiar ni delegar una lucha antinuclear en nuestro país a los partidos políticos tradicionales, antecedente que pesará con fuerza en las próximas elecciones parlamentarias. Entonces, a quienes no midieron las consecuencias de iniciar un debate nuclear en nuestro país, lo que dicho sea de paso es una falacia porque Chile nunca va a tener energía nuclear, les va a pesar.

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