Marina Silva: la ecologista que puede llegar a gobernar Brasil

de dzamorano
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Marina Silva (PV) (Foto: Difusión/Thays Cabette)

Marina Silva (PV) (Foto: Difusión/Thays Cabette)

Caballo alcanzado es caballo ganado, dice el refrán.

Cuando solo faltan cinco semanas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, la contienda se ha puesto dura, pues las encuestas muestran ahora un empate técnico entre Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, y Marina Silva, de la coalición que une al Partido Socialista y la Red de la Sustentabilidad.

Lo que ya es seguro es que la contienda se dirimirá entre el progresismo rojo de Dilma y el progresismo verde de Marina.
Marina Silva, hija política del legendario Chico Mendes, ha sido concejal, senadora y ministra del Medio Ambiente del gobierno de Lula, cargo del cual salió en desacuerdo con las políticas depredadoras de la Amazonía, impulsadas por el gobierno de la época dirigidas por la entonces ministra Rousseff.

Pero el debate de fondo que enfrenta ahora Brasil es el debate que tendrá toda la América Latina y el planeta más tarde, y dice relación con el rol de la sustentabilidad en los procesos de desarrollo de las sociedades.

El progresismo rojo postula que hay que siempre crecer económicamente para distribuir mejor, tarea que debe hacer el Estado, y que la sustentabilidad de los procesos hay que hacerla en la medida de lo posible sin que esta preocupación detenga o disminuya el crecimiento económico. En cambio, para el progresismo verde, la sustentabilidad del proceso de desarrollo es lo más importante a preservar, aun por sobre el crecimiento económico de corto plazo, pues si no se hace no se pondrán mantener los procesos económicos y de desarrollo.

Es en el tema energético donde ahora el debate es más arduo. Mientras Marina dice que el petróleo es todavía un mal necesario pero que se acaba y hay que utilizarlo para transitar a un modelo basado en las energías renovables, Dilma afirma todo lo contrario, que la apuesta al desarrollo petrolero es lo que asegurará el crecimiento económico del Brasil en el futuro.

Lo mismo ocurre con la Amazonía: Marina sostiene que detendrá la explotación de este gran pulmón verde de América, pues mucho de los servicios ambientales que se generan en ellas como las lluvias y el abastecimiento del agua para las ciudades se están rápida y peligrosamente deteriorando, Dilma señala que continuará construyendo represas y explotando sus recursos naturales; claro, en forma sustentable, por supuesto.

Es acá donde surge más fuerte la propuesta de Marina: “las prioridades que han fijado las políticas en el mundo han cambiado con el nuevo siglo, por lo tanto, se necesitan programas para los grandes desafíos actuales. ¿Qué y cómo lo vamos hacer para tener energías limpias y renovables? ¿Cómo vamos aumentar la producción con gran productividad y no por expansión predatoria?”.

¿No les parece un debate parecido al que hemos tenido acá en Chile a propósito del megaproyecto hídrico de HidroAysén o el de la minería de oro de Pascua Lama?

Se necesita en el mundo un nuevo enfoque de gobernabilidad como el que sostiene Marina, que como lo dice ella, enfrente la crisis de la civilización en sus cinco aspectos principales, “económico, social, ambiental, político y de los valores”.

Enfrentar la crisis de la civilización y salvar a la humanidad de su extinción requiere construir un nuevo tejido social que trascienda la separación y confrontación del siglo pasado entre el azul capitalista, donde reina el mercado, y el rojo socialista donde manda el Estado. Es desde la naturaleza en definitiva de donde proviene la base de toda riqueza, y por constituir un bien común de la humanidad la comunidad tiene mucho que decir. Sin el verde que en este caso encarna Marina Silva, no habrá fórmula para construir una sociedad sustentable que nos libre de la extinción como especie.

 

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