Con gran pesar en el mundo de la ecología política se ha recibido la muerte de André Gorz, pesar al que me uno completamente ya que este filósofo fue un maestro para mí. Él fue uno de los inspiradores de muchos intelectuales y estudiosos que, como yo, abandonaron las tesis clásicas del socialismo por los postulados que instan a la creación de sociedades sustentables y ecológicas.
A sus 84 años, André Gorz fue encontrado muerto junto a su esposa, en su casa de Vosnon, un pueblo rural a 35 kilómetros de Troye, donde vivían desde 1990. Este amigo y discípulo de Jean-Paul Sastre nació en Viena en 1923, aunque en 1954 adoptó la nacionalidad francesa junto a su tradición filosófica.
Hijo de un comerciante judío y una católica, llegó a París en 1949 junto a su esposa Dorine y allí comenzó sus contribuciones en la prensa bajo el seudónimo de Michel Bosquet. Participó, desde el año 1961, en el comité editorial de la revista Les Temps Modernes junto a Sartre y Simone de Beauvoir y en 1964 fundó con Jean Daniel el semanario Le Nouvel Observateur, al que estuvo unido durante largo tiempo hasta que aparecieron diferencias con el resto de los dirigentes, que no admitían sus posturas radicales cada vez más volcadas en la ecología.
En 1980 escribe “Adiós al proletariado”, que produce un gran impacto en toda Europa y le merece en Francia el repudio de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT)Otros libros suyos son “Miseria del presente, riqueza de lo posible” (1997), “Capitalismo, Socialismo, Ecología” (1994) o “Metamorfosis del trabajo, demanda del sentido” (1988), textos que lo instalaron como uno de los más importantes teóricos de la ecología política, un movimiento que buscaba una tercera vía frente al comunismo o el reformismo capitalista.