El tiempo de la ecología política

de Manuel Baquedano
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ecología política

El coronavirus puso en jaque a los paradigmas dominantes antropocéntricos, aquellos que colocan al ser humano como amo y señor de la naturaleza. La crisis ecológica y climática irrumpió como convidado de piedra y se interpuso en los sueños de crecimiento económico infinito.

Las luchas ideológicas del siglo pasado pretendían moldear y marcar el rumbo que debía tener el desarrollo de la sociedad. El paso de la artesanía feudal a la gran industria, producto del uso intensivo de las energías fósiles, estableció un nuevo sujeto conductor, el capital, que se presentaba como la fuente principal de producción de la riqueza y que exaltaba la acción individual a través de una nueva ideología, el liberalismo.

Mientras tenía lugar el desarrollo de las industrias de los capitalistas, en el seno de las fábricas surgía otro nuevo actor, los trabajadores, que se reivindicaban como los verdaderos creadores de la riqueza. Los trabajadores exaltaban el esfuerzo colectivo para lograr y gestionar el bien de todos y surgía así lo que se denominó como marxismo, en honor a Carlos Marx, su principal exponente.

Tanto el mundo azul capitalista como el mundo rojo socialista se enfrascaron en una lucha sin cuartel por controlar el desarrollo y el bienestar de la especie humana. La disputa central era la forma de repartir la riqueza producida ya sea dando primacía al mercado en la visión capitalista o al Estado en el visión socialista y también buscando combinaciones entre ambas posiciones.

No está de más reafirmar que ambas visiones compartían la primacía del ser humano sobre la naturaleza, cuya explotación era la principal fuente de recursos para satisfacer  las necesidades humanas.

Cuando comenzaron a hacerse evidentes los límites de este tipo de sociedades nacidas a partir de civilización industrial, aparecieron nuevos actores contestatarios como los movimientos estudiantiles, ecologistas,  feministas, los antinucleares, los pacifistas, entre muchos otros. De esta forma, fue tomando cuerpo una nueva visión que cuestionaba el rol absoluto de los factores capital y trabajo en la producción de la riqueza. Desde estos movimientos se consideró que la riqueza, en último término, procedía de la propia naturaleza de la cual formamos parte. Sin la naturaleza no podría existir el capital o el trabajo aunque estas dos posiciones aspiraran a liberarse de ella a través del progreso tecnológico.

Sobre la ecología política:

La ecología política surge entonces como una nueva visión que niega el carácter antropocéntrico de los enfoques azul y rojo y sostiene que el ser humano, por ser una especie animal, forma parte de la naturaleza y que su deber es cuidarla pues su desaparición significaría también el término de la vida como especie. Aparece también así el concepto de bienes comunes (de una comunidad) a partir del cual la naturaleza debe ser utilizada para satisfacer las necesidades pero cuidando su integridad y sin amenazar su reproducción.

La ecología política es una visión ecocéntrica de la sociedad que adopta un enfoque sistémico e integral para comprenderla, lo que hace que se oponga a la visión antropocéntrica de los paradigmas dominantes. Esta perspectiva es impulsada por un nuevo actor conocido actualmente como “los verdes” que afirman que serán los propios hechos los que posicionarán a la naturaleza como un nuevo hilo conductor del comportamiento humano.

Visto así, desde la ecología política, la actual pandemia constituye un gran fracaso de los enfoques antropocentristas. La crisis ecológica y climática actual nos plantea la necesidad de reemplazarlos por una visión integrada que priorice la relación ser humano –naturaleza. 

Para los enfoques antropocentristas la pandemia constituye  un accidente en el progreso humano que podría haberse evitado si se apelaba al conocimiento científico, si se mejoraba la coordinación internacional y si se invertía en sistemas de salud pública, todos elementos que el modelo vigente podía garantizar sin necesidad de transformarse radicalmente. Esta visión hoy está preocupada por encontrar una vacuna efectiva y segura que termine con esta pesadilla y poder así reactivar el crecimiento económico plenamente.

En cambio, para el pensamiento verde, la mejor vacuna está en la protección de la naturaleza y en el respeto de los límites que ella nos impone. Desde esta perspectiva el virus que afecta al planeta, más que ser el Covid-19, bien podría ser la propia especie humana.

Si no somos capaces de sacar las conclusiones correctas, las visiones del crecimiento ilimitado en unos pocos años más nos llevarán al colapso de nuestra sociedad revistiéndose de palabras tan manoseadas como “crecimiento sustentable”, “economía circular” y “crecimiento verde”. Con estas palabras dejarán sin respuesta a un hecho mayor: que la naturaleza ya no es capaz de soportar un crecimiento económico infinito pues ella misma está inmersa en un planeta que se constituye como un sistema cerrado y finito.

La pandemia viral nos demuestra que la sensibilización de esta nueva realidad que impulsa la ecología política se hará más bien por los hechos que nosotros mismos hemos gatillado –como la pandemia y la crisis climática- más que por una lucha ideológica intensa como la que conocimos en el siglo XX.

La ecología política como ciencia conductora que promueve un enfoque integrado tendrá un rol decisivo en la evolución de la humanidad. Su tarea será diagnosticar con exactitud la era que nos toca vivir, prever la llegada de la era de la escasez de los bienes comunes y la forma que tendrá la misma. Será además la que nos guíe en la adaptación profunda para cambiar radicalmente nuestro modo de vida y adoptar otro que nos permita sobrevivir. Finalmente, después de atravesar la escasez, podrá contribuir al diseño y a la creación de una nueva civilización que reemplace a la actual, la misma que inexorablemente se termina y cuyo aviso ya hemos recibido.

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