Adiós Porto Alegre
Bajo el intenso calor de Porto Alegre, pensaba en la vitalidad que sostiene a este Foro Social Mundial que por tercera vez se realizaba en Brasil. La alegría de tantas personas, el entusiasmo, la diversidad y la solidaridad vista, me empapaba el espíritu de esperanza y me daba fuerzas para seguir trabajando y participando en las actividades que se realizaban en las carpas en el sector costero de la ciudad.
Esta vitalidad a la que me refiero se sustenta por la multiplicidad de temas, que personas provenientes de tantos lugares y realidades del mundo, presentaban en el foro (y que de por sí son la razón de ser de esta reunión). El diálogo y las ganas de cambiar el mundo o por último cambiar la realidad inmediata me hacían reflexionar sobre lo que hago en mi país. Y es que ¿Vale la pena esforzarse por proteger el medo ambiente si las futuras generaciones no lo van a apreciar ni valorar? Los 180 mil jóvenes que participaron en el foro me dieron una respuesta positiva y sólo reafirmaron mi profunda convicción por lograr conservar y preservar nuestra “única y gran casa”.
Mirando la gran multitud de jóvenes, marchando felices, convencidos de que urge un cambio de paradigma en la forma de concebir el mundo, me dio la esperanza y alegría de saber que existe una generación de recambio que continuará por la lucha de lograr construir un mundo mejor, y que ese mundo es posible.
A pesar de que muchas de las metas propuestas que buscamos alcanzar, parecen tan lejanas como el gran horizonte que observe en esta ciudad costera, quede esperanzado, reafirmando así mi compromiso por trabajar por el medio ambiente. Es por esto que en Brasil, presenté el proyecto de electricidad verde que estamos desarrollando en el Instituto de Ecología Política.
Dentro de la temática ambiental del foro, el agua junto con las políticas energéticas, fueron sin duda los tópicos más importantes. Asistí a un foro sobre las energías en los países del Mercosur donde se analizó la Energía Nuclear, que intenta una vez más posicionarse como la energía del futuro y los impactos negativos que producen las grandes represas hidroeléctricas, las cuales nuestro país conoce muy bien.
Cuesta expresar en palabras la cantidad de sensaciones vividas. El ser testigo y a la vez partícipe de esta verdadera “Torre de Babel” contemporánea conformada , en su mayoría, por jóvenes de todo el mundo los cuales en esos días transformaron a Porto Alegre en una verdadera escuela de verano.
Me confunde la nostalgia y la alegría, mientras pienso que el Foro Social Mundial abandona Porto Alegre, sabiendo que esta instancia de diálogo, cooperación y justicia que aboga por un mundo mejor, avanza el próximo año a distintos lugares del mundo sin olvidar jamás a la ciudad que lo vio nacer.