Los modelos matemáticos utilizados por la Dirección Meteorológica de Chile están basados en la preeminencia del fenómeno climático de El Niño, por sobre el cambio climático global. Justamente, lo contrario de cómo debería ser.
Columna de Manuel Baquedano en El Dínamo. También puede leerla desde aquí
Es un chiste me dijeron varias personas cuando les pregunté que era para ellos la información meteorológica que reciben a diario por los diferentes medios de comunicación. En efecto si alguien se le ocurriera medir la credibilidad de la Dirección Meteorológica, seguro que estaría al mismo nivel que el parlamento, los partidos políticos o los empresarios. Es decir, nadie cree en ella, lo que resulta muy grave para la integridad y seguridad del país.
Tengo antes mi ojos el cuadro sobre precipitaciones esperadas que elaboró la Dirección Meteorológica en el mes de mayo de este año para los meses de mayo a julio. 229 mm deberían caer sobre la ciudad según los meteorólogos oficiales y deberíamos terminar el año, según ellos, con 312 mm. Estas lluvias fueron calificadas como “precipitaciones sobre lo normal”.
Pues bien llevamos 11,6 mm y de no mediar un diluvio para el mes de julio en Santiago la predicción nuevamente será un rotundo fracaso. Cuando esas predicciones se repiten como papagayo por los medios de información, como una verdad oficial, uno entiende porque el ciudadano común piensan que le están contando un chiste fome y repetido
Lo peor es que esta situación se está repitiendo hace ya varios años y resultan patéticas las predicciones sobre lluvias que ha hecho la Dirección Meteorológica en los años anteriores.
Sin ir más lejos, las especialistas en 2014 anunciaban precipitaciones importantes por la presencia segura, decían ellos, del fenómeno de El Niño, que como lo dice su nombre, y como lo deberían saber los estudiosos del tema, es un fenómeno cada día más aleatorio, impredecible y travieso. Claro, finalmente no llegó o en la jerga oficial se “diluyó”, situación que es altamente probable vuelva a pasar este año.
¿Por qué hemos llegado a este nivel de descrédito que tiene la meteorología oficial en Chile? A mi juicio la razón profunda es conceptual. Los modelos matemáticos utilizados por la Dirección Meteorológica de Chile están basados en la preeminencia del fenómeno climático de El Niño, por sobre el cambio climático global. Justamente, lo contrario de cómo debería realmente ser.
Esta opción científica no es neutra, es profundamente política y tiene que ver con el negacionismo sobre la importancia del cambio climático que predomina en las altas esferas del Estado y los conglomerados empresariales de nuestro país.
Este negacionismo climático predominante le está costando muy caro al país, no nos permite predecir fenómenos como el ocurrido con los aluviones del norte con la sequía que simultáneamente enfrentaba el sur del país, lo que a mi juicio es un acto de negligencia científica que bordea ya lo criminal.
La ausencia y o malas previsiones climáticas están causando víctimas en todo el país.
Me tocó conocer el problema de cerca, en relación al presupuesto 2015 de Conaf que se discutió en el parlamento, y que este organismo, responsable de los bosques y que, basado en sus propios estudios sobre incidencia del cambio climático, detallaba un aumento de la voracidad de los incendios forestales, por lo cual solicitó un aumento de sus recursos para implementar un plan extraordinario preventivo para afrontar esta ola de incendios que se venía venir. Algo que, efectivamente, ocurrió y arrasó con miles de hectáreas en el país.
Pues bien, el Ministerio de Hacienda se opuso tenazmente al aumento de recursos y el argumento fue que era una situación que no era segura que ocurriera y que en caso de ocurrir el Ministerio del Interior iba entregar los fondos necesarios para afrontarlos. Fue así como Chile gastó varias veces más dinero de que lo que costaba un plan preventivo, improvisando medidas para enfrentar la ola de incendios que se presentó en nuestro territorio cuando lo que correspondía era tratar de evitarlos como lo sugería el organismo especializado, en este caso Conaf.
Para qué decirles que las malas predicciones meteorológicas nos tienen en la ignorancia total acerca del uso racional del agua para las represas hidroeléctricas y los embalses de riego para la agricultura, el agua potable. Un claro ejemplo es lo que ocurre con los centros de esquí de la zona central, quienes han debido planificar, a ciegas, sus campañas invernales, hasta ahora sin nieve
La situación de la meteorología en Chile hizo crisis y los meteorólogos han sido incapaces de afrontarla, urge un debate serio en el país que termine con el negacionismo del cambio climático que predomina en el Estado, en los medios empresariales y de comunicación para que de esta forma podamos adoptar enfoques y modelos predictivos multisectoriales más modernos que nos permitan volver a creer en los hombres y mujeres que anuncian el tiempo.