Chile y la rebelión de los sin futuro

de dzamorano
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El pacto político social neoliberal entre la izquierda y la derecha que permitió a Chile su desarrollo acelerado está llegando a su fin. En una par de días hemos  pasado de ser un  “Oasis en Latinoamérica”, como lo calificó nuestro Presidente, a ser un infierno: un país literalmente en llamas.

Se creó una sociedad de bienestar falsa con pies de barro basada en el logro de una calidad de vida que está por sobre las posibilidades de las grandes mayorías de la población, particularmente, de las clases medias y bajas.

¿Lo que está ocurriendo en nuestro país es un caso inédito? Ciertamente no lo es; los estallidos sociales están ocurriendo simultáneamente en muchas otras partes del mundo. En Hong Kong, la gente quiere ser más libre; en Cataluña, sus ciudadanos buscan la independencia; en Francia, los Chalecos Amarillos se opusieron al aumento del impuesto al combustible; en Ecuador, se protesta por el alza de las tarifas del transporte; en Culiacán, México, la ciudad fue tomada por los narcos en protesta por la detención de uno de sus líderes; en Bolivia, se cuestionan las elecciones presidenciales…Todos estos estallidos sociales que transcurren ahora o lo hicieron en fechas muy recientes tienen un elemento en común: la pérdida de gobernabilidad de los Estados que han demostrados ser incapaces de solucionar los conflictos.

Como dice John Authers, prestigioso columnista de Bloomberg y de Financial Times, “Si puede suceder en Santiago, puede suceder en cualquier lugar, ese es el incómodo mensaje que el resto del mundo debería recibir del repentino colapso del orden civil en Chile”.

No hay que perderse en análisis puramente localistas sobre el estallido social que vivimos. Es la civilización industrial que se desmorona fruto de haber traspasado los límites sociales y biofísicos del planeta. Ya no se puede explotar más a la gente pero tampoco podrá sustituirse esa extracción de plusvalía por una explotación intensiva de la naturaleza. Es decir, al “jaque al rey” en el modelo neoliberal, la crisis climática lo transformará en “jaque mate”.

¿La COP25 podrá llegar a un acuerdo sobre la principal medida de mercado para enfrentar la crisis climática como es asignarle un precio al impuesto del carbono? Creemos que no. Ningún país se atreverá a promover políticas que signifiquen un aumento sustancial en el precio de los combustibles fósiles. Este ha sido el principal mensaje que los sectores sociales que se sienten sin futuro han enviado desde Chile y desde varias partes del mundo.

El estallido social lo desencadenó un “algoritmo” que tiene el Gobierno que indica que automáticamente deben subir las tarifas de transporte cuando el dólar y el aumento mundial de los precios del combustible fósil así lo requieren. Esto es algo que una ministra tecnócrata no puede contradecir. El problema es que por el otro lado están los que sufren las consecuencias de las alzas y existe hoy un sector, los estudiantes secundarios, que por ser parte de una nueva generación conocen perfectamente la lógica de los algoritmos. Ellos decidieron hacer una acción no violenta, como es la evasión del pasaje del metro, lo que actuó como detonador de la crisis.

Nuestra autoridad presidencial anunció un conjunto de medidas para terminar la crisis. Hasta el momento, todas ellas son puntuales y ninguna implica cambios estructurales. Esto indica que el colapso del orden civil seguramente se volverá a repetir bajo distintas acciones sorpresivas que lo transformarán en un conflicto crónico: se sucederán períodos de calma seguidos de estallidos. Entonces, estamos frente a un volcán activo que entró en erupción.

Los acontecimientos que vive hoy Chile son una verdadera rebelión de los sectores que se sienten marginados de los “frutos del progreso”, los que no fueron invitados o ya no alcanzaron a entrar en la fiesta que ahora se está terminando. El hecho es que la desigualdad es una característica del sistema y siempre ha sido así, sólo que esta vez se hizo visible para todo el mundo. Sin embargo, ya es demasiado tarde para corregirla sin tener que cambiar el modelo económico vigente. Cuando se apaguen las llamas y salgamos de este infierno, ya no podremos volver atrás: nos quedaremos en el purgatorio esperando que la crisis climática nos saque de allí.

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