El hacinamiento en las cárceles, es un grave problema social y humano que aqueja a muchos chilenos que están privados de su libertad, para algunos este tema goza de indiferencia y para otros es causal de atención; no porque “la población carcelaria” esté en falta con la sociedad y deba por ley pagar con reclusión sus delitos, merecen las condiciones de vida denigrantes que experimentan la mayoría de los habitantes de estos recintos, lo cierto es que nos acordamos de las cárceles cuando vemos un titular en la prensa o cuando pasamos por afuera de una de ellas, sin ir más lejos los sucesos como el que hoy motiva esta editorial “las muertes de Colina” están postergadas en el olvido ya que se suman los casos y ahí quedan, dejamos pasar una y otra vez las alertas que nos da la sociedad, sin reacción alguna que persista, nuestras “cárceles”, siguen aumentando su población con más detenidos, originando problemas mayores, donde opera la ley del más fuerte, donde las riñas y las bandas tienen sus adeptos, dando lugar a los motines y otros conflictos que acaban algunos con la muerte de los reclusos.
El caos existente en los recintos, está condicionado a la sobre población de los penales, como así también al carácter, la violencia y la personalidad de sus habitantes, donde no toda la población es delincuente y donde no todos son culpables de lo que se les acusa. Todos estos criterios son como los ingredientes de una receta, que cuando se echan a la cacerola, llegan a un punto en que se transforman y el resultado, puede sorprendernos, sino le ponemos atención, antes de que esté en su punto, volviendo a esta realidad de las Cárceles en Chile, donde los motines y revueltas terminan en suicidio u homicidio, como los casos de la Cárcel de Colina, en donde el hacinamiento es perverso, tan solo podemos concluir, que los internos tienen pocas alternativas y la tendencia los lleva a hacerse más delincuentes de lo que ya son, adquiriendo otras habilidades tan delictuales, como la que los llevó a ser recluidos por primera vez, en nuestras prisiones impera la ley de la selva, con reclusos inquietos, enfermos, antisociales y violentos, que tienen una creatividad distorsionada del manejo de la realidad.
Los fallecidos en recintos penales el 2008, sobre pasaron los treinta internos muertos y 18 de ellos, pertenecían a Colina II. Este 2009 ya van 17 muertes que ponen una luz de alerta a las precarias condiciones de las cárceles chilenas.
Es triste saber, que cada día aumenta la sobre población en los penales, y que la sociedad no hace NADA, por recuperar a estas personas y devolverlas a la sociedad reinsertadas en lo laboral, familiar, social y humano, seguimos sin solucionar las cosas de raíz en Chile, somos especialistas en parches y soluciones momentáneas. Mientras las cifras de delincuencia siguen elevadas; los conflictos sociales son un tema no menor para el gobierno y para todos los chilenos que vivimos en este territorio; las altas tasas de desocupación, la falta de acceso a la educación, el declive de la calidad de la salud, son sólo algunos de los factores que acentúan las inequidades sociales y conspiran contra la igualdad de oportunidades, tornando prácticamente imposible la reinserción, para un enorme grupo de personas que ven en el camino de la ilicitud la única vía posible a fin de conseguir el mínimo sostén diario.
Se han realizado reformas al sistema penitenciario como también mejoras a los recintos penales, pero no las suficientes: la infraestructura ciertamente es importante porque es lo prioritario en estos momentos, pero tan crucial como esto, es la necesidad imperiosa de una reforma social que vaya en beneficio de los reos como persona, para ese hombre o mujer chilena, que no tuvo la suerte de tener oportunidades socioeconómicas para abrirse camino dentro de este sistema que cada día exige más, debería contemplarse dentro de las penas o pagos al Estado, “cumplimiento de trabajo social con reos y ex reos” Chile , necesita educar, formar a este sector de la población que está aislada y nula de posibilidades, la sociedad debe proporcionar instrucción en diferentes áreas, en donde se les otorgue herramientas y capacitación para que luego puedan volver a reinsertarse en la sociedad, lo cual no será tarea fácil, porque tenemos una sociedad elitista, que los tachará por uno u otro motivo. Ojala, el pensamiento y el corazón superen la codicia y la frialdad de estos tiempos ingratos del hombre y de la tierra, trabajemos por proponer y sanear uno de nuestros mayores males “la delincuencia”.
Esperemos que la distorsión entre las infraestructuras existentes y la nueva población penitenciaria, no siga vulnerando los derechos de los reclusos, Colina ni los datos del 2008, son casos aislados de muertes, son sucesos registrados estadísticamente, El país, tiene consciencia que No es la primera vez que se suscitan situaciones con los internos que terminan en muerte. La inquietud que lazamos a la sociedad es que el problema que aqueja a las cárceles, es concreta, ausencia de inversión destinada a salud, prevención de suicidios, mejoras en los centros penitenciarios (personal y plan de acción y gestión de sus jornadas diarias con los internos) y talleres para educar, formar y capacitar en lo que respecta a reinserción.