Prepararse para la mutación del Hantavirus

de dzamorano
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Entre los temas más desconocidos para el gran público están las consecuencias del cambio climático sobre los virus y cómo las variaciones del clima producen emergencias, traslados y mutaciones en los vectores que los transmiten, por ejemplo, los roedores en el caso del Hantavirus.

Hace pocos días se dio a conocer el primer caso de Hantavirus registrado en 2019. La víctima fue Patricia Henríquez, una profesional de la salud del Hospital de Palena, quien falleció el 12 de enero en Santiago. Este trágico episodio habría pasado casi desapercibido si no fuera porque se produjo en condiciones que, a mi juicio, marcan un antes y un después en la forma de abordar esta enfermedad hasta ahora considerada endémica.

El contagio de Patricia Henríquez no fue a través del roedor portador del virus sino que sucedió por medio de una persona ya fallecida también, la cual se contagió por otra que participó en una fiesta de cumpleaños en la localidad de Epuyén, en Argentina. Hasta el momento, fallecieron once personas que estuvieron en contacto con participantes de la fiesta y son 31 los casos presentados.

Estamos frente a un fenómeno de mutación de una de las cepas del Hantavirus, el Hantavirus Andes Sur (ANDV) que, a partir del episodio de Epuyén, demostró que puede trasmitirse con facilidad de persona a persona y que sus brotes pueden desarrollar epidemias. Mi estimación es que esta constatación científica muy pronto se dará a conocer oficialmente; a más tardar en marzo, una vez que termine la temporada de verano o antes, si el problema se agrava.

En lo personal, el tema no es nuevo para mí: fui integrante del primer Comité Interdisciplinario que creó el Ministerio de Salud de Chile para abordar la enfermedad a raíz de un brote contagioso que afectó a familias de Coyhaique en 1997. En su momento, el trabajo de este comité representó un gran aporte para abordar la enfermedad desde la salud pública. Al mismo tiempo, en la actualidad vivo en una zona rural que ha sufrido casos de contagio, como el de mi vecino que es sobreviviente de la enfermedad, y gozo en mi sitio de la compañía de lechuzas y zorros que mantienen naturalmente controlados a los ratones de cola larga, habituales reservorios del virus.

El tema hoy está en pleno desarrollo pues el período de manifestación del contagio puede durar hasta 45 días y para saber si el brote efectivamente se terminó deben pasar por lo menos dos períodos de incubación de la enfermedad libre de brotes, es decir, entre 40 y 50 días desde que se presentó el último caso confirmado (en Epuyén fue el 18 de enero).

Frente a un brote, como esta enfermedad aún no tiene remedio ni vacuna, lo único que se puede hacer es lo que están haciendo las autoridades argentinas en Epuyén: confinar y aislar a todos las personas que estuvieron en contacto estrecho con participantes de la fiesta. Hoy son más de cien las personas que por orden judicial no pueden abandonar sus casas y están reguardadas por policías para que efectivamente se cumpla el “aislamiento respiratorio selectivo”, como se ha denominado a esta medida extrema.

Antecedentes del contagio entre humanos del Hantavirus existieron siempre: desde el brote en Coyhaique por lo menos se conocieron otros tres casos donde esta situación se podría haber producido. También hay otros ejemplos en Argentina como el de El Bolsón en 1996 donde tuvo lugar un brote similar. Lo que no existía en ese entonces era un método para contenerlo y se optó por negar sistemáticamente la posibilidad de que una enfermedad endémica pudiera transformarse en epidemia por contagio de un individuo a otro.

Sin embargo, al igual que en otros temas ambientales, el principio preventivo es relegado en función del crecimiento económico: ¿Podemos trabajar en una vacuna para el Hantavirus y tratar de esa forma a una enfermedad endémica? Resulta muy caro para el sistema imperante porque son pocos casos y suelen darse en reservorios rurales apartados de las grandes ciudades. Entonces, a pesar de eso, los hechos han demostrado que un brote endémico puede, gracias a los altos niveles de movilidad humana existentes en la actualidad, transformarse en una epidemia con consecuencias muy graves.

El Hantavirus Andes Sur es muy conocido por los científicos y está clasificado por el Centro de Enfermedades Contagiosas de Estados Unidos en la categoría A por su riesgo biológico al considerarlo “agentes de fácil trasmisión interhumana (persona a persona) con alta tasa de mortalidad que provocan un colapso de la salud pública y pánico en el entorno”.

La palabra “inusual” generalmente es empleada por las autoridades para referirse a temas que por mucho tiempo ignoraron de forma deliberada. Además, muchas veces la utilizan para explicar su inoperancia ante eventos perfectamente previsibles si se hubiesen aplicado criterios como el del principio precautorio.

Nada tiene de inusual la presentación de fenómenos como las olas de calor, la mutación de un virus, los derrumbes de relaves mineros…Están dentro de las consecuencias de lo que estamos haciendo con el planeta. Lamentablemente ya no hay tiempo para arrepentirse. En ausencia de la cordura humana, la naturaleza interviene y está tomado el control de los acontecimientos.

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