Para bien o para mal las respuestas emocionales a la crisis climática empezarán a ocupar un lugar preponderante en nuestro comportamiento. Es por esta razón que en esta columna quiero referirme a la “solastalgia”, al sentimiento que nos embarga por la pérdida emocional de un territorio o de la naturaleza en general.
Como ya lo he mencionado en otras ocasiones, vivimos en el Antropoceno, una edad geológica en la que el ser humano es la principal fuerza transformadora de la naturaleza. Para comprender esta profunda transformación, considero necesario incorporar nuevos conceptos. Muchos de ellos sirven para explicar y abordar distintos fenómenos que surgen, por ejemplo, vinculados con la salud mental.
La solastalgia es un concepto acuñado por el ambientalista australiano Glenn Albrecht. En su libro “Las emociones de la Tierra”, Albrecht destaca que a medida que avanza la crisis climática y se multiplican las catástrofes, aumenta también la solastalgia, “la negación de la posibilidad de ser felices a través de nuestra relación con el entorno”.
Si bien la mayoría de las personas no conoce el concepto y tampoco tiene consciencia sobre cómo se experimenta, la solastalgia ha estado muy presente en los discursos y comentarios que hemos oído durante las últimas lluvias e inundaciones que vivió nuestro país.
En mi caso personal, experimenté solastalgia al enterarme de la noticia sobre el socavón de Reñaca en las dunas de Concón-Reñaca. Para mí se trata de un lugar especial: viví toda mi niñez en Viña del Mar por lo que solía visitar las playas de Los Lilenes y Cochoa que tenían comunicación directa con las dunas. La noticia del socavón me hizo tomar consciencia de que ya hacía bastante tiempo que me negaba a transitar por estos lugares porque me producían un sentimiento de pérdida emocional enorme, de recuerdos agradables que ya no volverán.
Además, esta situación es particularmente dolorosa porque las dunas eran del Estado. Incluso durante la gestión de Jorge Arrate como Ministro de Educación del gobierno de Patricio Aylwin llegaron a declararlas Santuario de la Naturaleza. Sin embargo, el decreto que les asignaba esta categoría de protección ambiental nunca se concretó pues no se publicó en el diario oficial.
Cuando varias personas a la vez experimentan solastalgia, este fenómeno pasa a formar parte de la memoria colectiva. Y casos como las dunas de Reñaca, las inundaciones o los grandes incendios seguirán abiertos pues es la misma naturaleza la que comenzó a buscar su nuevo equilibrio sin importar los planes de mitigación del Estado o sus resoluciones judiciales y políticas.
Como siempre digo, es urgente superar las actuales políticas de mitigación y comenzar a implementar políticas de adaptación a la crisis climática. Para esto es fundamental que conozcamos y utilicemos estos nuevos conceptos que surgen del análisis del Antropoceno: son de gran ayuda para comenzar a transitar desde ahora el camino de la adaptación.