Nuestra ciudad de Santiago, posee una situación geográfica poco ventajosa para sus habitantes al encontrarse rodeada por cerros y la Cordillera de los Andes, lo cual impiden una buena ventilación, el aire contaminado está causando variadas enfermedades en la salud de la población, niños y adultos mayores son los más afectados, sin duda que el problema ambiental más crítico que tiene la ciudad es la “contaminación atmosférica y residuos tóxicos”, ésto no es un tema de ahora siempre ha existido, sólo que hoy, se nota más, la modernidad ha traído aparejada una serie de conflictos sociales y ambientales que han perjudicado el habitat y la calidad de vida de las personas, ya no existe armonía con el entorno natural y animal, es cierto que, hoy el rostro de la capital, luce más bella que hace una década atrás, con sus nuevos estilos inmobiliarios vanguardistas y contrastes históricos, pero detrás de la cara bonita hay una serie de conflictos escondidos, que no tienen una solución definitiva ni denotan avances.
La situación atmosférica empeora cada día más, a los ojos de todos, las causas de este conflicto son el exceso de población, el alto tráfico vehicular y la falta de controles a las industrias en sus residuos , el movimiento diario de todas ellas, más la falta de lluvias y de viento, con un cambio climático que afecta considerablemente nuestra meterología, hacen que nuestro aire sea cada vez más tóxico y peligroso.
Como dice un dicho popular, para muchos chilenos, Santiago es Chile, al parecer técnicamente eso es así, la ciudad cada día está creciendo más en población y su contaminación va en aumento, cada día sumamos más empresas e industrias que están ubicadas en zonas residenciales de menor estrato social, donde una parte de esos residuos son tóxicos contaminantes afectan a una gran parte de la población más humilde de nuestro país. Eso no es todo, existe otro agente contaminador que pasa desapercibido en nuestra capital, una nube gris proveniente de Rancagua, de caletones (minería del cobre) observándose como las partículas de ácido zulfúrico componentes de esa nube se desplaza hasta la capital estancándose en el micro centro de Santiago, ese smog condensado se anexa a los otros gases dispersos del transporte e industrias, transformándose en una bruma espesa y oscura que cubre la ciudad, ese aire es lo que respiramos a diario, deberíamos preguntarnos quien contamina a quién? y por qué no hacemos nada por solucionar realmente la toxicidad del aire, al parecer los intereses muchas veces son más importantes que la salud y el bienestar de las personas..
Obviamente, que la situación atmosférica más crítica deriva del transporte público en su gran parte, pero cuando se toca este tema, siempre se reduce el problema a las restricciones vehiculares y con esto solucionamos el tema, cuando deberíamos mencionar por ejemplo, porque los camiones transitan a cualquier hora por las arterias más importantes de la ciudad descargando gases tóxicos en su andar a diestra y siniestra de todos, sin que nadie le ponga atajo, ocasionando tacos impresionantes, en diferentes rutas y accesos; pero la cuota mayoritaria sin duda la tiene el transporte público, ya que es el mayor contaminante, poseemos cerca de cinco mil autobuses articulados u “Oruga” del transantiago, comprados a Brasil por su tecnología “Ecológica”, de ello, creo que tan sólo tiene las franjas verdes en su carrocería, su implementación en Chile, fue para el nuevo plan de transportes público, el cual pretendía bajar en un 75% la emisión de material particulado y en un 40% el peligroso óxido de nitrógeno (Nox), los buses con tecnología Euro III, no están totalmente equipados para cumplir con la funcionalidad que fueron comprados. Si pensamos en el alto tráfico de vehículos particulares, buses y camiones, tenemos por una parte un exceso de máquinas en circulación, donde muchas de ellas no están en condiciones para circular, aquí deberíamos preguntarnos cuántas máquinas del total de la flota, poseen filtros en los tubos de escape, para que realmente el aire estuviera en mejores condiciones y se reduzca realmente en un 90% las emisiones tóxicas.
La responsabilidad de la contaminación atmosférica y de residuos tóxicos, en el país, no sólo es atribuible a las autoridades del área, sino a todos los ciudadanos, ya que pasamos de un smog molesto, que afecta silenciosamente nuestra salud; produciendo trastornos en la visión, enfermedades respiratorias, alergias, entre otras. Algo que empezó como una característica de nuestra geografía y de nuestro clima, estéticamente incómodo, ha pasado a ser un serio trastorno que afecta a todos por igual y que aún no se le da el carácter critico para buscar soluciones que ayuden a frenar y buscar voluntades políticas para encontrar salidas reales a corto mediano y largo plazo, sino veremos como cada día nos acercamos a la muerte de la ciudad y sus habitantes.