En Chile vivimos de forma soterrada una lucha por definir cuál será la movilidad preponderante en el futuro, una vez que se termine la pandemia o que la misma se vuelva endémica.
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La mejor vacuna a largo plazo, y la que está a nuestro alcance, es proteger la biodiversidad y la naturaleza que nos alberga.
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La rápida descarbonización del país será uno de los elementos que prevalecerá en la discusión de la Nueva Constitución en relación a la crisis climática.
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Los ecologistas tenemos en claro que el tiempo de reformas se terminó. La pandemia nos envió una gran señal de advertencia y probablemente no exista otra señal tan evidente para comenzar a respetar, desde ahora, los límites de la naturaleza.
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La movilidad resiliente en una sociedad como la nuestra podrá tener lugar a partir de la existencia de un transporte público basado en energías renovables y de bicicletas funcionando por medio de la energía animal humana.
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Probablemente la magnitud de los cambios que produjo la pandemia en nuestras vidas nos alejó del conocimiento y de la preocupación por la crisis climática. Sin embargo, durante este tiempo la crisis no dejó de agravarse.
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Creemos que está llegando el momento del truque, de las monedas locales que promueven el consumo local, de los bancos de tiempo que valoran el trabajo, de los huertos orgánicos que satisfacen la alimentación saludable.
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Aquellos seres que hemos tenido el privilegio de vivir esta pandemia más allá de la situación de supervivencia, probablemente hemos aprendido a distinguir cuáles son los elementos esenciales para la vida y cuáles son superfluos.
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El inicio del desconfinamiento junto con el retiro del 10 por ciento de los ahorros previsionales nos permitirá conocer cómo los chilenos piensan enfrentar la crisis.
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El Covid19 se transformará en un virus endémico, como el de la influenza y muchos otros más, de los cuales la ciencia estima conocer tan sólo el uno por ciento.